sábado, 23 de junio de 2012

Fuerza, Paraguay: la Historia no es una línea recta, derechita y sin accidentes

Acostumbrados por siglos a convertir los eslogans, refranes y frases ingeniosas en verdades históricas, ya no hay quien nos quite de la cabeza a los chavistas que "Todo 11 tiene su 13". Confieso mi crimen: yo también creo eso. Pero también creo (y por supuesto no es una idea originalísima que se me acaba de ocurrir, sino un tema fundamental de la historiografía mundial) que los Treces a veces tienen retrocesos dramáticos y hay Onces largos y dolorosos; los chilenos pueden darnos algunas clases al respecto. La Historia no es una línea recta, derechita y sin accidentes.
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Momento de una antipática y engreída autocita. En una entrevista reciente el periodista me preguntaba mi opinión acerca de qué sucedería en Venezuela ante una eventual salida de Chávez del poder. Le dije que, en mi opinión, la Revolución venezolana va a continuar con o sin Chávez. Se picó el hombre, y quiso chapearme con el ejemplo de Chile: "A Allende lo tumbaron y el Chile allendista no ha renacido". "Te equivocas", le dije. "El Chile de Allende renació en la Venezuela de Chávez".
Una Revolución no es una gestión de Gobierno sino una movilización de pueblos, con o sin aliados en el poder, pero como el pana prefería creer que sólo hay revolución cuando hay un presidente progresista o revolucionario en la jefatura del Estado, pues..
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La Historia es una secuencia en la que un sistema da paso a otro distinto, aunque nace del anterior: hemos recorrido formas primitivas y sofisticadas de consolidación de Imperios; pasamos por el feudalismo, el esclavismo, el capitalismo industrial, el capitalismo post industrial. Ahora viene "esto" que estamos construyendo y que todavía no tiene nombre; que conserva mucho de los sistemas jerárquicos (tiránicos) tradicionales, pero lentamente lo vamos superando o cocinando su superación.
En efecto, muchos queremos creer que en esa larga secuencia la humanidad se encamina hacia procesos de democracia directa y acracia (por ahí lo llaman anarquismo; déjenme discursear un rato en mis sospechas sin lecturas), pero hay que estar conscientes de algo: la Historia no es una línea recta, derechita y sin accidentes.
En el lento, largo, doloroso, hermoso y dramático proceso de emancipación del ser humano hacia una sociedad sin clases ni opresión se gana, se pierde, se avanza, se retrocede; llueve y escampa; el ácido se alterna con la miel. Adiós a Stroessner, bienvenido Lugo; despachado Lugo viene una etapa de plutocracia y de resistencia popular.
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Los venezolanos haríamos bien en acostumbrarnos a la idea de que un día tal vez el cochino Estado burgués que no pudimos destruir en estos años volverá a manos de sus creadores: que la derecha tendrá el poder, el control de SU Estado. Algún día Chávez morirá (clic acá) En algunos círculos esto sigue siendo tema tabú. Lo cual es una tragedia, una falla estratégica desesperante.
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A causa de la insólita anomalía histórica de abril de 2002, en Venezuela nos acostumbramos a las victorias express. Y como, a causa de una bien consolidada cultura cinematográfica y televisiva, todos queremos ver el comienzo y el final de la película (porque no nos imaginamos, no aceptamos, no concebimos, no entendemos que algo que comenzó hoy puede tener un desenlace en dos días, dos meses o dos siglos) existe la percepción de que si mañana no hay contragolpe Paraguay será de la derecha por siempre. Y la lectura alterna, tan cercana al racismo: como los paraguayos a esta hora no han degollado a los senadores y al presidente de facto entonces ya hay quien considera que el paraguayo es un pueblo pasivo o cobarde. Hollywood en pleno: queremos ver el desenlace YA y más vale que ganen los buenos, porque si no entonces nos arrechamos.
Seguramente el regocijo de la derecha golpista paraguaya y de todo el continente tiene que ver con la misma visión inmediata de los procesos: muchos de ellos creen que al destituir al presidente Lugo ya no habrá pueblo ni revolución que los saque de ahí.
Pero la Historia salta; la Historia no es una línea recta.
El 13 paraguayo vendrá. Y el chileno, y el colombiano, y el mexicano. Quizá no en dos días (como creen muchos de los nuestros que debe ocurrir para que sea un proceso serio), pero vendrán.
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La historia (nuestra guerra contra la opresión) es una larga cadena de victorias y derrotas, avances y retrocesos. Fuerza, Paraguay: que esta batalla sea aprendizaje para enfrentar las que vienen.

1 comentario:

martieducador dijo...

Así es... Desde el golpe de Honduras, agucé aún más la observación de esa realidad. Por eso cuando leía los llamados destemplados de la gente de fuera instando al pueblo a que saliera a la calle, me preguntaba también si además de obedecer esos llamados a esos "esquemas mentales" que nos hemos formado de los procesos políticos y sociales "progresistas" o "izquierdosos" que vienen a "conducir" exitosamente a los pueblos, no sea también una forma cómoda de apegarse a la vida y al olvido de conflictos y contradicciones propias de la historia de los pueblos. Un familiar mío perteneciente a la clase media caraqueña decía que quien debía salir a la calle a defender al gobierno era la "masa", que era la que recibía beneficios que nunca antes había tenido, porque "ellos" eran necesarios para mantenerse en el poder y "seguir" favoreciendo al pueblo... Y así es la cosa, José Roberto, siempre nosotros saldremos a la calle cuando sintamos que sea necesario salir y siempre ellos creerán tener el mérito de merecer seguir viviendo en la comodidad de cargos públicos y embajadas...